Los términos en que se materializa la gama cromática, sea forma o antiforma, son infinitos. El artista tiene una resistencia ilimitada y abocada a convocarlos, procesarlos y darles el vocabulario que su capacidad, creatividad y estado emocional consideran adecuado para confesarle la impronta de un designio.
A través del austriaco SCHEIBEL se pasean ondas polícromas, texturizadas, contrastadas, que entre su magnificencia, encuentran el sino estilístico, la versatilidad perfecta y el paisaje metamorfoseado.
No importa que sea un ejercicio plástico bien etiquetado, lo que es relevante es que su dimensión pictórica siga propiciando nuevas visiones y miradas dentro de la misma, y no acabe en derrota por lo hecho sino en una victoria por hacer.
Allí circula el mundo,
reparte entre miserias un pan copulativo,
inventa la esperanza, la armonía oscurísima
que fulje desde el fondo de los seres
estrechando sus reinos con filiación idéntica.
Allí los cuerpos crecen, se acompasan,
ciegos y semejantes,
hacia la esclavitud de una palabra sola
en cuya sombra vamos destruyéndonos,
en cuya sombra yacen, afines, los hastíos.
(José Manuel Caballero Bonald).